miércoles, 25 de febrero de 2015

El último día de caza

En la temporada de un cazador hay dos días que nunca solemos saltarnos. El primero, porque indiscutiblemente es el más importante, llevamos mucho tiempo sin poder salir al campo a disfrutar de nuestra afición. Y el último, porque debemos despedirnos hasta la próxima temporada.

El último es un día incierto. La caza escasea, el campo se pone duro y la afición se ha templado mucho. Pero en la caza nunca se sabe lo que va a ocurrir.

Os voy a contar la última jornada a becadas de esta temporada, que para mi sorpresa, fue la mejor del año:

La pereza estos días equilibra la balanza frente a la pasión. Los primeros días tengo que esperar en el coche a que amanezca para poder salir a cazar pero hoy me han dado las diez . No es algo que importe demasiado, sobre todo si buscamos becadas, las cuales para esa hora estarán ya asentadas y se escurrirán menos de nuestros perros.

He decidido que hoy sólo voy a cazar con la perra madura, que disfrutaremos de un romance cinegético.

Salimos del coche, beeper en marcha, escopeta cargada y al monte. La perra es intensa desde el principio, yendo y viniendo todo el rato sólo para comprobar mi dirección. El día es frío y ventoso, y aún hay restos de nieve.

Voy directo a una becada que un par de semanas antes había levantado y que ya conocía mis pasos. Y cómo no, nos la juega. Escucho el batido de las alas a la distancia suficiente como para no poder apreciar la dirección de escape. Acelero y llego al sitio a la par que la perra, que como yo, seguramente se haya percatado del escape. Me marca la zona donde estaba y decido cruzar el cortafuegos buscándola en la dirección que tomó el día que la vi.

Voy batiendo monte en zigzag apoyando a la perra para quedarme convencido del terreno pisado, mirando si en algún momento se detiene en algún rastro e ir componiendo la situación. Entre esto el beeper comienza a pitar, beep-beep, beep-beEP, BEEP-BEEP, llego, y la perra que ha esperado pero sabiendo que se está moviendo la becada, comienza a guiar ..., muestra..., guía..., creo que el corazón no puede latirme más fuerte al entrar en la muestra, pero con toda esta distancia de guía estoy a punto de explotar. Se para. Parece que los dos la controlamos, no puede escaparse. Miro la perra respirando con fuerza, totalmente inmóvil, pero no veo la becada. Y en esto, cuando ella quiere, salta hacia la derecha y la cojo al segundo disparo. ¡Bien perrita bien! Ha sido genial, un gran desenlace para tanta tensión.

Seguimos buscando y vuelve a parar. Esta vez no muy convencida. Se ha escapado antes de llegar nosotros. A un lado, al otro y no damos con otro caliente.

Pasamos a la ladera y empiezo a descender. Esta zona le encanta a la perra. Se pierde de vista y busca afanosamente los rastros. Yo voy descendiendo en diagonal intentando coger la zona media para poder llegar rápidamente cuando se quede de muestra.
Comienza a pitar otra vez. Desde arriba del todo se escucha el collar sin parar. Subo lo más rápido que puedo y al acercarme la escucho volar. Me quedo parado y lo que esperaba, venía volando hacia mi. Un tiro fácil. Voy a por ella y no la encontramos. Entre el vuelo rápido y la pendiente había perdido la referencia. No éramos capaces de cobrarla. Ha tenido que quedarse colgada seguro. Mirando y mirando no hay manera de verla, no aprecio el color crema del pecho por ningún lado. Vuelta al punto de disparo para coger la referencia e ir directo a la encina. Ahí está, en la horcaja entre dos ramas. Respiro. Me pongo a mover el árbol y no cae, así que a colgarme de más arriba. ¡Qué altura! Incluso ha hecho ruido al golpear contra el suelo. Y qué buena le sabe a la perra que parece querer desplumarla.

Seguimos para adelante y la perra ya fuera de sí resulta difícil seguirla. Escucho el beeper otra vez en la parte de arriba, se para, por lo que intuyo rompe la muestra y por detrás mío a lo lejos la veo corriendo a toda velocidad ladera abajo. Vuelve a pitar, esta vez sin interrupción. Está apuntando a unas ramas de brezo que apenas tenían hojas. Cojo un palo y lo lanzo para forzar el salto vertical, y nada. Ni salta, ni se mueve la perra, ¡ha tenido que caerle encima!. Me acerco y esta vez si que salta volando por lo limpio. Un lance perfecto.

Ahora vamos por la zona alta de vuelta. Unos metros delante de mí la perrilla se para, rompe nerviosa, se para, y se pone a retroceder ascendiendo en diagonal. Se nos está escapando la becada a peón y la perra no deja de rastrear. ¡Ahí está!. Y la veo volar por el limpio del camino que pasa por encima nuestro alejándose cambiando de coto.

Vuelvo dirección al coche con intención de buscar la primera becada que se me ha escapado sin verla. En el sitio donde había saltado parece no haber caliente y me pongo a rodear el lugar. Aparezco en un claro grande del bosque y de seguido la perra. Ésta se agarrota de golpe y para apuntando al otro lado del claro. Un pitido y salta la becada a unos veinte metros en el extremo del corro. ¡Cómo vuela!. Unos perdigones la alcanzan pero se tapa sin verla caer. Corro hacia allí y empezamos a buscarla. Parece que ha tocado el suelo por lo que marca la perra pero no vemos plumas ni sangre. Insistiendo, insistiendo en el supuesto pelotazo, pero ha tenido que dar un bote. Qué rabia da pensar que has herido una becada y no ser capaz de cobrarla. Beep- beep, se pone la perra de muestra, bajo con la escopeta en guardia y la veo en el suelo, uffhhh qué alivio. La cobra, me la entrega y la disfrutamos juntos.

Este gran día me deja una satisfacción especial hasta la temporada que viene.


martes, 24 de febrero de 2015

Intuición

Se dice que el razonamiento consciente es algo secundario, sucede al inconsciente. Es decir, cuando creemos haber tomado una decisión, hemos prejuzgado inconscientemente la situación con anterioridad y ya está decidido cómo vamos a actuar. Así pues, cazando, donde muchos de los lances acontecen en escasos segundos, la anticipación y los reflejos juegan un papel fundamental. También a la hora de dirigir nuestra jornada de caza primero actúa nuestra intuición, como impulso inconsciente que nos guía y que debemos hacer caso a pies juntillas.

La intuición no es algo meramente innato, sino un cúmulo de experiencias adquiridas que nos permiten relacionar el pasado con el presente, y así, sin darnos cuenta, actuamos por impulsos acertadamente. Si la intuición no es algo innato sí que lo es la predisposición de un individuo a interiorizar las experiencias y desembocar en juicios mucho más rápidos y acertados de cada situación.






Después de cada lance, tanto con éxito o fracaso, racionalizamos lo ocurrido para dar explicación, Todo ello con el pensamiento consciente y así memorizar con detalle fotográfico cada detalle que nos pueda ayudar en un futuro. Y por supuesto volveremos a errar ante circunstancias parecidas, pero cada vez más cerca de lo acertado. En ciertos momentos, predeciremos el futuro segundos antes con un bombeo de corazón acelerado y que con ambición resolveremos con facilidad.

Se trata de alimentar esa intuición que nos diferenciará del resto de cazadores. Porque de otra forma, si hacemos siempre lo mismo obtendremos siempre el mismo resultado.

miércoles, 28 de enero de 2015

El error como aprendizaje

Tenemos que darle la oportunidad de error al perro. Aprenden de sus propios errores igual que nosotros, o incluso mejor. Y tratando el tema de la muestra sobre caza salvaje, dejar que llegue a la pieza y se levante, así comprenderá que no puede atraparla por sí mismo. Pronto aflorará ese impulso de parada que por selección hemos incrustado genéticamente en nuestro pequeño cómplice.

Esto lo asemejo a cuando aprenden a pasear por la calle de una ciudad. Los llevo sueltos, al principio por calles poco transitadas. Si van atados no tienen la oportunidad de errar y salir a la carretera, con la consiguiente corrección. Es la única forma de aprender. Si toda la vida están atados a una correa nunca podrán comprenderlo.


Hablando de caza, uno de los fallos que solemos cometer es querer que la escopeta sea lo primero que asome a todos los lances, que si bien puede ir en favor de una mejor distancia de tiro, a priori, si que va en detrimento de lances de calidad de un buen perro de muestra.

Una perdiz huirá del perro y se levantará alejándose de él partiendo de una ventaja sobre nosotros; pero en cambio si vamos sin perro, o con éste muy cerca de nosotros la pieza arrancará cerca, muchas veces espantada por nosotros mismos, lo que en mi opinión es un lance un poco pobre. Sin perro o con uno que no cace bien, se aleje poco, o no dé con la caza la cosa aún es peor, porque estaremos dejando piezas sin levantar en el campo. Y al menos las perdices en circunstancias normales son de vuelo fácil, porque si hablamos de becadas y conejos ya es algo anecdótico.

El perro de muestra debe cazar independiente, batir el terreno ampliamente y concentrado. Tropezará con un rastro que lo frenará y le obligará a descifrar el recorrido de la presa que se le escapa y que, con prudencia, acercándose lentamente, bloquerá en muestra a la distancia necesaria. En el caso de una emanación directa, como si arrastrado por una cuerda, guiará hasta la posición que a su juicio no espantará la presa y a la vez la inmovilizará.


No me gustan los perros recortados. Algo que debe comprender el animal es que su trabajo es para mí, que somos un equipo y que debe cumplir su cometido. Pero eso no está reñido ni con la andadura ni con la iniciativa, porque muchas veces vemos perros cohibidos que son meros levantadores de caza a pocos metros de nuestras piernas, sin ímpetu de ir un poco más allá. Y esto es un detalle difícil de apreciar, pero cuando comparas dos perros de estas características tan distintas en un mismo cazadero te das cuenta que con el perro corto tendrás un lance feo que con cierta probabilidad acabará la presa en el zurrón, frente a los otros perros más libres, que te darán muchas ocasiones y más intensas, que te harán disfrutar realmente toda la mañana, y recordarlo durante muchos días.

Para descubrir la muestra en nuestros perros PACIENCIA Y CAZA SALVAJE.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Campeonato de España de Becada 2014, La Rioja

En la finca de Ribavellosa, cercana a Torrecilla en Cameros se ha celebrado el Campeonato de España de Becadas del año 2014.

La temporada hasta la fecha no estaba siendo muy buena, ya que los avistamientos eran poco numerosos e irregulares. Pero ya desde el puente de Diciembre, en el valle del Río Iregua, los cazadores empezaron a disfrutar de cierta abundancia, lo que hacía pronosticar un buen campeonato.

Los resultados así lo han demostrado con 23 becadas abatidas entre 34 cazadores. Prácticamente la totalidad de ellos han levantado varias becadas, lo que conlleva pasar una mañana divertida. También coinciden en que han sido demasiado esquivas, muchas de ellas encontradas varias veces y sin dejarse aproximar por perros y cazadores.





















La salida se ha dado a las 8:40 de la mañana, desde un acceso a la finca por la parte más bajera del monte. Los cazadores se han dividido en dos direcciones principales desde el primer momento, buscando las zonas más querenciosas para el ave.

El monte se dividía en rodales de pino silvestre, robles y hayas, y una ladera grande poblada por encinas. Desde los primeros minutos y de manera constante se han escuchado disparos, esperábamos buena cantidad de becadas abatidas.

Entre la hora de la salida hasta la apertura del control en el ecuador de la prueba, a las 11:40, la organización ha dispuso para el público un buen almuerzo que templaba la mañana.


Al poco de abrir el control aparecía el primer participante con una pieza abatida. Nos tenía a todos expectantes.


Casi una hora después, como si del premio gordo se tratase, aparece el segundo participante (Jordi Morato Balmes) con el cupo de 4 becadas de 4 disparos, por lo que, salvo ninguna reclamación, se proclamaba campeón, ya que en las mismas condiciones de piezas y disparos ejecutados había entrado en primer lugar.


Poco a poco y discontínuamente van apareciendo los cazadores con más o con menos becadas, y con el mismo comentario en general, varios avistamientos de piezas difíciles.

Ninguno más conseguía alcanzar el cupo de 4 piezas, pero los siguientes puestos estaban empatados con 2 becadas, así que tenía que decidirse entre el número de disparos efectuados y la hora de entrada en control.

La clasificación ha quedado de la siguiente manera:
- 1º Jordi Morato Balmes
- 2º Miguel A. Alonso Valdivieso.
- 3º Ivan Lobato Muriel.
- 4º Roberto Marañón Barrón.
- 5º Eduardo Arrieta Díaz.




Aún sabiendo que hay muchos detractores de los campeonatos de caza, un día como este no deja de ser una gran fiesta para los cazadores.

¡Enhorabuena a los campeones!!!!

viernes, 12 de diciembre de 2014

¡¡Bienvenidos!!!!

Uno de los placeres de esta vida es la lectura. Y más allá de ello está la lectura de nuestras pasiones, como en este caso la caza con el perro de muestra. Cuando me interesa un tema intento siempre recopilar toda la información posible rebuscando en libros, artículos, webs, foros, y todo lo que leo resulta interesante. Pero de aquello que nos motiva toda la literatura es poca, así que humildemente intentaré exponer en este espacio personal mis impresiones, inquietudes, anécdotas y aventuras de caza con los perros de muestra. Espero entreteneros al menos un rato, así que: -¡Sean ustedes bienvenidos!.